viernes, junio 22, 2007

El Territorio berciano durante la Alta y plena Edad Media

Últimamente andamos escasos de ideas -y de tiempo- asi que pasamos a dejar hablar a un autor reputado -por cierto no precisamente "bercianista"- para que nos ilustre en profundiad sobre una época tan desconocida de la Historia de nuestra pequeña región. Veremos como en aquellos primeros momentos de las edades oscuras del medievo el Bierzo contaba ya con una identidad e instituciones definidas. El texto es algo largo y quizás demasiado pormenorizado para los profanos pero merece intentar su lectura, os animo también a debatir sobre él. Sin más os dejo con J.J. Sánchez Badiola:

"El espacio geográfico que la documentación altomedieval denomina territorium Bergidense coincide en lo fundamental con la entidad así llamada en época visigoda, y que conocemos gradas, sobre todo, a las obras de S. Valerio. En su Vita Fructuosi cita el lugar de Visuña como sito inter Bergidensis territorii et Galletie prouintie confines, e igualmente se refiere a los monasterios fundados por el santo anacoreta inter montium cornuallia Birgidensis territorii. Se trataba, pues, de una demarcación administrativa de segundo orden, inserta seguramente en la Provincia Asturiense que menciona S. Valerio en otra de sus obras.

Todos estos datos contribuyen a reafirmar la continuidad a lo largo del tiempo del territorio berciano como unidad administrativa bien definida. Pero el Bierzo es también un espacio complejo y diverso, articulado en gran número de valles que se escalonan desde las montañas periféricas hasta las comarcas llanas del centro, valles recorridos en todas direcciones por los numerosos afluentes del Sil, el gran eje fluvial que cruza la tierra berciana de noreste a suroeste. Así, el paisaje berciano muestra una enorme variedad comarcal en la que cada ribera, cada valle, van dando forma a un espacio concreto y perfectamente determinado, lo que tendrá, inevitablemente, importantes repercusiones políticas y administrativas durante la Edad Media.

EL TERRITORIO ALTOMEDIEVAL

Ya a finales del siglo VIII, durante el reinado de Vermudo I, sabemos que los musulmanes atacan la comarca y derrotan a las tropas cristianas cerca de Burbia. antecedente del actual Villafranca. Sin embargo, carecemos de noticias del mismo como demarcación territorial hasta los años 853, 857 y 872. A partir de entonces, el Bierzo se configura corno uno de los grandes distritos de la región, aunque gobernado por los mismos condes que Astorga: Gatón, a mediados del IX, Sarraceno hacia 896, posiblemente Froila Gutiérez en el siglo X, y luego el poderoso Muño Fernández. Durante 1027 aparece como conde del Bierzo Pedro Fróilaz. Pero esta asociación de los dos distritos a un mismo conde no significó nunca un menoscabo de la personalidad administrativa ni las funciones del territorio del Bierzo: en 1080, el abad de Samos recurre al rey por causa de ciertos bienes en la comarca berciana, ordenando éste al conde Muño Muñoz, que tenía el castillo de Ulver, hacer en el Bierzo "concilio de la tierra" para dirimir el conflicto.

Su centro militar estaría posiblemente en el antiguo emplazamiento de Bergidum, lo que la documentación coetánea denomina Castro Ventosa, en término de Pieros. ya que en 981 se sitúa la villa de Soliana subtus Castro Ventosa. Su área de influencia coincidiría bastante con lo que hoy suele entenderse por comarca del Bierzo, quedando fuera zonas pertenecientes a la diócesis ovetense, como Laciana y Ribas de Sil de Arriba. Por el oeste, es elocuente la crónica del obispo Pelayo de Oviedo cuando nos dice que Fernando I dejó a su hijo Alfonso el reino de León, incluyendo el Bierzo, que llegaba hasta la villa de Ux. en el Cebreiro, junto a la villa de Ulze. Por otro lado, durante 1091 se afirma que el lugar de Pardellán se hallaba en los confines de Valdeorras, junto al castellum de Cabarcos. El falso privilegio de Chindasvinto hace coincidir por el este y el sur sus límites con los propiamente físicos de la comarca, refiriéndose al monte Irago como confinio bergidense.
Basta echar una ojeada a la lista de lugares que aparecen dentro del territorio berciano para comprobar su considerable extensión, manteniendo, no obstante, una sorprendente unidad territorial durante esta etapa, a diferencia de los otros grandes distritos leoneses. Sin embargo, parece probable que se produjese ya a finales de la Alta Edad Media una cierta fragmentación interna del territorio: en 1025 hay una alusión al lugar de Langre como territorio, dentro del que se encontraba Villa Olile. Otros indicios de este proceso proceden de documentos algo posteriores, como la supresión en 1072, por Alfonso VI, del portazgo o telonio que, desde tiempo de sus abuelos y padres, se venía cobrando en el castillo de Sancta María de Atares, sito junto al puerto de Valcarce y entre los ríos Burbia y Valboa, impuesto que resultaba abusivo para los muchos transeúntes de toda Europa que hacían camino a Santiago a través de estas tierras. La noticia parece remitirnos a la época de Alfonso V, confirmando en cierto modo los indicios de un territorio de Valcarce en esta época, cuya extensión originaria es dificil de precisar, aunque no debió de variar demasiado a lo largo del tiempo.

Un fenómeno similar se daría en Noceda, castillo que en diciembre de 1063, Fernando I donaba al obispo astorgano Ordoño, en agradecimiento por los servicios prestados en la traslación de las reliquias de san Isidoro desde Sevilla a León. Lo daba con toda su tierra y las hombres que en ella habitaban o pudieren habitar en lo futuro, liberándolos de caloñas, merinos regios y escurrones del fisco, y también del pago que solía hacer este territorio al castillo de Luna, consistente en once miedros, suponemos que de vino, cada año, y que se remontaba a los reinados anteriores.

Creemos que el documento se refiere a Noceda del Bierzo, que en otras escrituras de la época aparece como entidad diferenciada, aunque no es fácil explicar la razón del pago de ese censo en favor del castillo de Luna. Como territorio se documenta a partir del año 1045, cuando aparece en una donación a la sede asturicense, y en él se sitúa la villa de Canalejas. Ya antes, en 1027, le pertenecía d lugar de Villaverde, y años más tarde, en 1085, se ubica en su término el de Robledo de las Traviesas.

LA TENENCIA BERCIANA Y SU FRAGMENTACIÓN INTERNA

A partir del reinado de Alfonso VI, en consonancia con las nuevas políticas administrativas de la dinastía navarra, que permiten una mejor articulación de las estructuras territoriales, el proceso de fragmentación interna del primitivo territorio berciano va a experimentar una rápida aceleración, con el resultado de la aparición de un elevado número de distritos menores. Ello se relaciona también con el desarrollo tan diferente que advertimos en las diferentes zonas

del territorio, contraponiéndose claramente las áreas cercanas al Camino de Santiago, pródigas en villas y pueblas aforadas, y las áreas montañosas, caracterizadas por una cierta marginalidad y la existencia de grandes territorios de carácter militar.

Sin embargo, la unidad del Bierzo se mantendrá, fundamentalmente, mediante la organización jerárquica de esos territorios bajo la égida de los delegados regios, aprovechando las ventajas que en este sentido aporta el sistema basado en merindades y tenencias. De este modo, vemos aparecer al merino real en el Bierzo, cargo que ostentan Ecta Álvarez en 1043, Pelayo Cítiz, en 1063; y Ero Eriz, en 1095; y junto a ellos, como sus subordinados, los tenentes de Ulver, con sus propios merinos. En 1095 y 1099 la tenencia estaba en manos de Jimena Muñiz y bajo la autoridad del tenente de Astorga y el Bierzo, el conde Froila, figura en 1115 el tenente de Ulver, Juan Pérez.

Esta evolución de las tenencias va a culminar en epoca del Emperador, cuando, por un lado, se convierten en meros beneficios para disfrute de la elite nobiliaria y la propia familia real, y, por otro, se constata la fijación de determinadas familias condales en las mismas, La "vertiente territorial" de la alta nobleza, lejos de perder importancia, sigue siendo primordial dentro de los nuevos esquemas administrativos del reino —el noble lo es con relación a un territorio y se nutre de sus rentas—, una forma, además, de consolidarla como tal. Filo puede verse en la usual asociación de los personajes principales que confirman los documentos regios de la época a tenencias de tina u otra índole, e incluso, si alguno carece eventualmente de tenencia, se añade frecuentemente a lado de su nombre la expresión sine terra.

En el caso berciano, ambos procesos se hacen del todo evidentes, Así, al conde Froila le sucede su hijo Ramiro, que aparece en 1126 como potestas en la comarca, junto al tenente de Carracedo. seguramente su subordinado, y en 1146 como tenente. Asimismo vemos cómo se afianza el poderoso Infantado leonés, especialmente en tenencias cercanas al Camino de Santiago: la infanta doña Sancha figura al frente de este amplío territorio como reptante. año 1152, cuando era su saco Nuño Sesnández, y como tenente entre 1154 y 1158. con el vílico Pedro Brión.

En la zona central, aparece ahora la tenencia de Villabuena, residencia regia desde cl siglo X, con su correspondiente palacio. De forma similar a Palacios de la Valduerna, termina por configurarse como centro administrativo subcomarcal, dependiente de los condes y tenentes del Bierzo, como vemos va en 1095, cuando se menciona a su merino Eita González, subordinado al merino de Astorga y el Rimo, Ero Eriz. En época del Emperador, pasa a ser otra tenencia más de la infanta doña Sancha, como consta por documentos de 1138, en el que se cita a su merino. Pelayo Citiz; 1142, cuando eran merinos Martín Nozán y Pelayo Citiz, y 1146. año en que figura como vílico Pedro Martínez. En 1154 y 1155 es vílico de la infama, que actúa ahora como tenente de todo el Bierzo. Pelayo Vermúdez, mencionándose también al sayón Pedro Moro. En 1155 se cita al vílico Fernando Pérez. La infanta sigue en la tenencia todavía a finales de 1157.

El ámbito de actuación de doña Sancha se extiende igualmente a los vecinos Valcarce, documentado ya como tenencia; Ponferrada, de la que es tenente hacia 1154, pasando en 1170 a manos del magnate Pelayo Pérez; y la villa de Burbia, luego denominada Villafranca, que en 1146 estaba en manos de la infanta doña Sancha, la cual tenía también la cercana Villabuena, situación en la que, ya bajo el nombre de Villafranca, va a continuar en lo sucesivo: en 1147 se cita a los vílicos Gavarón y Giralt Dastorga, y en 1152 al merino Pelayo Barragán, de mano de la infanta Sancha, que figura ahora como tenente de todo el Bierzo, manteniéndose en la tenencia hasta 1157.

La montaña más septentrional aparece convertida en un territorio vinculado al castillo de S. Esteban, en Fresnedelo, tenencia, a finales del siglo XI, del conde Muño Muñoz, que lo gobernaba de mano del rey. El documento en cuestión deslinda sus términos y los del monasterio de Santa Leocadia, estableciendo que los hombres de cada territorio sirvan a sus respectivas autoridades. Probablemente sea el mismo "territorio de Somoza" que se emplea en 1185 para localizar la villa de Erigu, citándose también al abad de Vega de Espinareda y al tenente de S. Esteban.

También comienzan ahora las referencias al castillo de Aguiar, cuyo término se extendía a lo largo de la ribera del Selmo, La fortaleza estuvo situada entre los lugares de Portela, Biobra y Cabarcos, en la frontera con Valdeorras, como se ve por algunos documentos de 1091, territorio al que parece pertenecer, ya que en 1095 se afirma que Biobra se halla en Valdeorras y está junto al castillo de Aguiar, y en 1137 se habla del lugar de Vila, territorio de Valdeorras, junto al tenente de Aguiar. En cambio, una donación de 1257 ubica la tierra de Aguiar entre Valdeorras y el Bierzo. Por otra parte, Valdeorras aparece con frecuencia unido al Bierzo y Cabrera bajo un mismo tenente, cual ocurre con Ramiro Fróilaz en 1129, 1137, 1144. Este mismo personaje figura en 1137 como primer tenente conocido de la fortaleza, en la cual se halla actuando en su nombre, como resistente en Aguiar, Nuño Pérez. que continúa en 1146.

En el extremo más suroccidental del primitivo territorio bergidense surgen tres diferentes gobernaciones que, sin embargo, muestran un cierto aire de unidad que presagia su común destino en lo futuro, sujetas a menudo a la misma autoridad territorial: Ribera, Losada y Cabrera. El territorio de Ribera coincidía básicamente con la subcomarca cabreiresa de ese nombre, extendida por ambas márgenes del Río Cabrera, entre el lugar de Saceda, precisamente donde el río invierte casi el sentido de su rumbo, y su desembocadura en el Sil. Se trata de un valle prolongado, de unos 350 Km2, áspero y montuoso, encajado entre los Montes Aquilianos y las serranías del Pico Llagarino. Su condición de tenencia se comprueba en 1069, cuando actúa como su merino Juan Adaufiz, y en 1094, cuando lo es Electo Páulez, de mano del tenente, lsidoro Vellídiz. Más adelante, vemos que es la infanta doña Elvira la que aparece ocupando esta tenencia en los años 1137, 1139, 1143. 1150, [1156] y otros. Durante esta etapa, sin embargo, comprobarnos la presencia de los condes Diego Fernández y Fernando Gutiérrez en Ribera, más parece que compartiendo con la infanta el territorio que actuando como subordinados suyos: en 1144 se dice del primero "imperante" y "señor" en Ribera; el segundo aparece como tenente junto a doña Elvira, hacia 1156, y junto a Gonzalo Osórez en 1176. En 1149 se menciona al merino sin indicación de nombre.

Aparecen aquí también algunos cargos que no dependen de los tenentes ni sus familias, sino de otras instituciones con derechos en algunos lugares del concejo merced a donaciones regias o nobiliarias. como el abad de Montes, cuyo vílico en Ribera, Fernando Pérez, se documenta en los años 1140y 1143. El lugar de Castrillo se cita también como territorio en documentos de 1154, sin que tengamos otras referencias posteriores del mismo.

En cuanto a Losada, vecino de los anteriores, ocupa el valle superior del río Cabrera, que lo recorre en sentido oeste-este, hasta prácticamente Saceda, donde forma un cerrado ángulo que lo desvía hacia el noroeste. Es una región sumamente abrupta al pie de las serranías de Cabrera Baja, con altitudes que a menudo superan los 2.000 metros. Coincidiría casi con los términos municipales de La Baña y Encinedo, sumando un total de 195 km2. Isidoro Vellídez, que era tenente de Ribera en 1094, lo es de Losada al año siguiente 1095.

El territorio denominado originariamente Cabrera ocupaba toda la zona oriental de la actual comarca cabreiresa o, lo que es lo mismo, la cuenca alta del Ería, y es dificil saber si esta zona perteneció originariamente a la gran mandación berciana, como así parece en el caso de Losada y Ribera, o si, estuvo vinculada a la de Astorga. El territorio, por lo tanto, vendría a coincidir a grandes rasgos con el actual término muncipial de Truchas, con unos 305 km2.

La organización de estos distritos era similar a la de sus vecinos, citándose con cierta frecuencia a los tenentes: Pedro Muñiz, en 1092; Rodrigo Pérez, en 1101, y Juan Pérez, potestas en el año 1117, con su merino, Fructuoso Cídiz. El Castello de Cabrera, que algunos documentos localizan en las inmediaciones de Truchas, era sin duda el centro defensivo desde el que se gobernaba el territorio cabreirés, como se da a entender en 1126, y que será el mismo que luego se denomina Peñarramiro, del que se conservan todavía algunos restos. Ese año estaba la fortaleza en manos de Ramiro Fróilaz, que tenía también Ulver, y cuyo merino era Menendo Peláez; en 1129 Ramiro Fróilaz era tenente de Cabrera, Valdeorras y el Bierzo y tenía como merino a Diego Cítaz. Encontramos luego al conde Ponce, que figura como su señor o tenente en 1138, año en que tiene asimismo Morales —seguramente Morales del Rey—, y nuevamente en diversas ocasiones entre 1144y 1156, aunque en 1149 y I150 aparece también como señor de Cabrera Vela Gutiérrez.

Hasta el siglo XIII parece haber sido el territorio de Ulver el principal de los bercianos, y su castillo, muy probablemente, el centro político-militar de toda la región del Bierzo, a partir de los años centrales del siglo XI, en sustitución del viejo Castro Ventosa. La fortaleza pasó a denominarse posteriormente Cornatel, y estaba situada en el municipio de Borrenes. Su jurisdicción parece haberse extendido por toda la margen inferior de los ríos Boeza y Sil. Existió dentro de la diócesis de Astorga un arciprestazgo así denominado precisamente. Ribera de Ulver. del que tenemos ya noticias en 1273. En 1378 se habla de su arcipreste, Domingo Bartolome, y del merino y mente del castillo de Cornatel, Alfonso Arias, lo que viene a demostrar la práctica coextensión de la tenencia y el arciprestazgo, y la identificación entre las fortalezas de Ulver y Cornadelo.

El viejo alcázar se ha localizado en lo alto de un escarpado cerro, entre Borrenes y Villavieja, aunque no se conservan restos apreciables del mismo, reutilizados seguramente en el siglo XV para la construcción del castillo de Cornatel. La presencia de tenentes se documenta desde 1043, y su realidad como demarcación territorial concreta queda demostrada por la referencia que se hace en 1100 de Jimena Muñoz como imperante terra de Ulver, dándonos la propia documentación existente idea de lo que pudo ser dicho territorio de forma directa o indirecta. M. Durany sitúa como límites del territorio los ríos Sil, Oza y Cabrera.

A la luz de estos datos cabe suponer que la demarcación de Ulver coincidía en lo substancial con lo que posteriormente fue el arciprestazgo de Ribera de Ulver, perteneciente a la diócesis de Astorga, nombre aplicado igualmente al territorio, que se diferencia claramente en una carta de 1257 del Bierzo, Valdeorras y Aguiar. Se extendería, pues, entre los Montes Aquilianos, que la separarían de la Cabrera, y las aguas del Sil-Boeza, como parece dar a entender un documento de 1172, que presenta el territorio berciano distribuida en dos partes, la que se halla "acá del río" —seguramente visto desde cl castillo de Ulver, a cuya área de influencia se refiere—, y la de "allende el río". Comprendería, aproximadamente, los actuales municipios de Molinaseca, Priaranza, Borrenes, Carucedo y Ponferrada (al sur del Sil).

Los tenentes del castillo y su territorio muestran haber gozado de gran autonomía, aunque en todo momento se les incluye en la más amplia gobernación del Bierzo; en 1043 aparece en el cargo Rabinado Ectaz, quien tenía como merino a Gonzalo Rodríguez, pasando luego a ser otra de las tenencias de Jimena Muñiz, amante de Alfonso VI, entre 1093 y 1I07; aunque desde principios del siglo XII se hace constar casi de continuo la subordinación de este territorio respecto del conde del Bierzo, con lo que se reintegra al control de la familia Fróilaz: Juan Pérez tenía Ulver hacia 1I15 y II18 de mano del Conde Fruela —que lo era del Bierzo y Astorga—; en 1126 aparece directamente "imperante" en Ulver Rodrigo Froilaz, el conde berciano, y en 1146 Fernando Peláez, de mano del tenente berciano, conde Froila Ramírez.
Desgajadas de Ulver van apareciendo otras tenencias, como Molinaseca, en 1134, poseyéndola el conde Ramiro Fróilaz, tenente a la par de Ulver. De él debió de pasar en arras a su cuarta esposa, Elvira, quien la donaría luego al obispo de Astorga. O Villar, citado como territorio en 1093, en la zona de Borrenes y Paradela de Muces, aunque la cita procede de una copia tardía y no muy fiable.

La zona más oriental del Bierzo, extendida sobre las Faldas de los Montes de León y los valles de los ríos Boeza, Tremor y Noceda, se integra ahora en el territorio y tenencia de Boeza, del que tenemos noticia por primera vez en 1124, cuando estaba en manos del conde Suero Vermúdez, pasando después, hacia 1148. al también conde Ramiro del Bierzo.

EL TERRITORIO BERCIANO A FINES DE LA PLENA EDAD MEDIA

Los reinados del Fernando 11 y Alfonso IX suponen para el Bierzo la maduración de las tendencias apuntadas para la etapa anterior. Sigue siendo una tenencia demasiado extensa como para constituir un único ámbito señorial, acentuándose aún más la fragmentación territorial al aparecer nuevas tenencias de muy diversa índole, vinculadas a castillos unas, otras a posesiones de órdenes militares y fundaciones monásticas, e incluso a entidades de tipo concejil, todo lo que llegará a convertir al Bierzo, como veremos a continuación, en un verdadero mosaico territorial de gran complejidad. No por ello pierde la comarca sus funciones administrativas: el Tudense, al referirse a las pueblas promovidas por Alfonso IX, sitúa las de Bembibre y Ponferrada en el territorio del Bierzo, que equipara en rango a los de Zamora y León.

Esta permanencia del papel administrativo del Bierzo se fundamenta, sobre todo, en una relativamente bien organizada jerarquía territorial, vinculada a los distintos escalafones de la administración regia, y al afianzamiento de la superioridad de ésta frente a la señorial, especialmente la eclesiástica, cuya capacidad para ejercer jurisdicción e imponer d orden en sus dominios. como muy bien ha señalado M. Durany. fue escasa, dada su debilidad de medios, cuando no su desatención por parte de las autoridades episcopales o abaciales, lo que facilita la imposición de la justicia regia sobre la propiamente señorial. En el caso de beneficios laicos, es frecuente que se mantengan compartidos con los tenentes, como sucede con la infanta doña Sancha, a la que Fernando II respeta en sus tierras bercianas anteriores, o la infanta doña Urraca en Asturias. También por entonces se cita en la tenencia de Astorga. junto al conde don Ramiro, a la emperatriz doña Rica, viuda de Alfonso VII.
La jerarquía propia de la administración regia aparece a menudo expresada mediante el empleo de diferentes términos o títulos para los distintos niveles, generalmente “Imperante" o "dominante" en el caso de los tenentes principales o generales, frecuentemente honrados con la dignidad condal o títulos como "cónsul" o "príncipe"; y "sedente" o "residente" para sus inferiores. El Bierzo actúa como una demarcación superior, una "macrotenencia" o "tenencia mayor", empleando la terminología de Jular, de cuyas autoridades dependen los tenentes de sus demarcaciones subordinadas. De este modo, es el tenente berciano quien tiene bajo su cargo a los subtenentes de Ulver, como comprobamos en 1169; Aguíar, en 1182; o Valcarce, en 1197. Otras veces, es el propio conde berciano quien figura directamente como tenente de alguna de estas plazas, bien por no haber en ellas subtenente, bien por aparecer éste reducido a un segundo plano: Gutierre Rodríguez, tenente del Bierzo, se dice en 1174 tenente de Ulver. y de su mano Rodrigo Pérez, que es el que realmente tiene la plaza; de igual manera, en 1197 Pedro Fernández Castellano. tenente del Bierzo, es tenente del honor de Valcarce, bajo cuya autoridad está Lope Menéndez.

En el caso de los merinos regios, que representan en esta etapa una línea administrativa paralela a la tenencial, nos encontramos igualmente con una jerarquía bastante compleja, habiéndolos de diversa categoría y origen, nombrados unos por el tenente berciano, otros por los mientes y señores locales y otros, con carácter general, por el merino real de León, destinados a vigilar cuantos asuntos se referían a los intereses realengos en la región, muy citados a partir de la segunda mitad del siglo XIl, con lo que venía a crearse una especie de doble administración tenencial y regia. Así, de los merinos del Bierzo, generales para todo el territorio, dependen otros de ámbito comarcal o local: en 1190 actúa como tenente general en el Bierzo el conde Froila, que tiene bajo su mando a Pedro Rodríguez en Ulver y a Fernando Peláez en Boeza; pero, igualmente, vemos aparecer al merino real, Pedro Fernández Benavides, que mantiene un vílico en el territorio de Boeza, Fernando Pérez; y otro en Villafranca y el Bierzo, Pedro García. En 1194, el vílico real de León, Pedro Fernández, tenía de su mano en el Bierzo a Pelayo Ibáñez, y más tarde a don Ramiro; Martín Pérez es merino en el Bierzo por nombramiento de Rodrigo Ordóñez, merino regio; y aparece también entre 1202 y 1214 como merino en el Bierzo por el rey, teniendo corno merino subordinado a Martín Domínguez. Más tarde, en 1207, es merino Fernando Muñiz, y García Carnota, de mano del rey, en 1230 y 1243; Ruy Galván, por Gonzalo Morán, en 1254. quien aparece también como merino en el Bierzo, teniendo como subalternos a Pedro Ibáñez y Juan Pérez. Un Fernando Pérez aparece en 1190 como vílico en Boeza por el citado merino real. mientras que Pedro García figura como merino en los años 1189 y 1190, de mano del merino regio.

Las líneas administrativas, como dijimos, son diversas: Pedro Brión es vílico en 1158 de mano de la infanta doña Sancha; mientras que, en 1194, el conde Froila tiene como subtenente a Pelayo Peláez, y el vílico real de León, Pedro Fernández, a su delegado en el Bierzo, Pelayo Ibáñez. Don Ramiro aparece también como vílico en 1194, nombrado por el citado merino real leonés; Martín Pérez es merino en el Bierzo por nombramiento de Rodrigo Ordóñez, merino regio; y aparece también entre 1202 y 1214 como merino en el Bierzo por el rey, teniendo como merino subordinado a Martín Domínguez. Más tarde, en 1207, es merino Fernando Muñiz, y García Carnota, de mano del rey, en 1230 y 1243; Ruy Galván, por Gonzalo Morán, en 1254, quien aparece también como merino en el Bierzo, teniendo como subalternos a Pedro Ibáñez y Juan Pérez; hacia 1270 aparece como merino real del Bierzo Nuño Fernández, de mano de don Alvar Peláez, merino mayor del Reino de León. Dos años más tarde tiene el Bierzo el infante don Fernando, quien nombra como su merino en este territorio a Nuño Fernández. En 1276 Ruy Thibaldo era merino en el Bierzo por designación del merino real de León, Rodrigo Rodríguez.

Las divisiones internas no sólo obedecen a la existencia de distritos menores dados en subtenencia o beneficio señorial, sino a repartos de otros tipos: en 1170 ocupan la tenencia berciana Diego Fernández y Alfonso Ramírez, que dice tener la mitad del territorio, y ese mismo año Diego Fernández aparece como vílico del Rey en el Bierzo, junto a Bernardo Pérez. Al año siguiente se repite la mención de Diego Fernández como tenente, junto a su vílico Marino Gambeta, aunque en 1172 eran ya tenentes los hermanos Gutierre y Fernando Rodríguez, quienes han distribuido el territorio en dos partes: la que se halla "acá del río" —seguramente visto desde el castillo de Ulver—, donde tienen a Rodrigo Pérez, y la de "allende el río", donde designan a Paderno como uero Saion. Ese mismo año vuelven ser citados los dos tenentes, ahora con sus respectivos vílicos: Juan Jiménez y Martín Díaz.

En cuanto a la distribución territorial interna, la comarca registra escasas modificaciones respecto del panorama previo, destacando fundamentalmente el mantenimiento en las regiones más apartadas y montuosas de grandes espacios vinculadas generalmente a sendos castillos, como Aguiar, S. Esteban y Ancares, Boeza: Cabrera. o Peñarramiro, que hay que poner en relación con los territorios vecinos de Ribera y Losada, y Valcarce. También Ulver, que durante el siglo XIII parece experimentar una cierta decadencia en su centralidad militar y administrativa, ante la fuerza emergente de la ciudad de Ponferrada y la consolidación de Villabuena, además de la presencia en estas tierras de la poderosa orden del Temple –a la que termina pasando–, el desarrollo de los concejos urbanos y la proliferación de pequeños dominios señoriales y tenencias, corno Priaranza; Molinaseca, Corullón, Pombriego, desgajada de Ribera; Cubillos, Villadepalos. Vilela y Balboa No obstante, la tenencia de Ulver sigue apareciendo en la documentación de la época.

La otra gran novedad durante esta etapa es la expansión de los alfoces de tipo urbano, con la creación de entidades concejiles en las antiguas villas itinerarias, que van a desplegar un control paulatinamente más acusado sobre los territorios circundantes, inicialmente mediante el ejercicio de la tenencia. Es el caso de Bembibre y Ponferrada, que aparecen como tenentes de Ulver, el primero en 1200. 1203 y 1205; y el segundo en 1212 y 1213, siéndolo a la par del Bierzo, en compañía de tenentes locales. También de Villafranca tenente del vecino Valcarce en 1198 y 1219.

Pero no todas las iniciativas pobladoras tuvieron éxito. El ambicioso proyecto regio de recuperar y poblar el viejo Castro Ventosa. junto a Pieros, parece fatalmente condenado desde el principio a malograrse. Primero fue impulsado por Fernando II, siguiendo las directrices de su política de reorganización interna, terminando el intento en fracaso por la tenaz oposición de la sede compostelana, que temía el despoblamiento de su villa de Cacabelos. Recuperado por su hijo Alfonso IX, el proyecto choca nuevamente con la firme oposición del arzobispo de Santiago, que presiona al rey hasta lograr el reconocimiento en su favor de la mitad del pedido, fonsadera, voz, caloña, portazgo, y cualesquiera otros lucros en ese lugar, salvo colecta y moneda, además de la iglesia de dicho castro, añadiéndose en otra donación posterior la aldea de Villagroy. Pero además se producen roces, por idéntico motivo, con el cercano monasterio de Carracedo, de modo que finalmente, el rey tendrá que desistir de su empeño y comprometerse a no poblar el castro, recibiendo a cambio del monasterio, en 1210, 2.530 áureos en compensación.

CONCLUSIONES

La trayectoria histórica del Bierzo podría definirse sin duda como un proceso de "unidad en la diversidad". Una pluralidad de situaciones que deriva de la propia configuación geográfica interna, tan compleja como la del resto de la región astur-leonesa, y señalada tanto por la presencia de numerosos espacios minicomarcales claramente definidos, como por el contraste entre un Bierzo alto y montañoso, de difícil desarrollo y cierta marginalidad, y otro bajo y llano, de muy favorables condiciones para el crecimiento agrario, bien comunicado por el Camino Francés, y cuya prosperidad se manifiesta en la proliferación de villas, pueblas y grandes monasterios.

Esta diversidad se advierte también en la auténtica atomización que va a experimentar el territorio desde el siglo XI, acentuada en la Baja Edad Media a través de un marcado proceso de señorialización que pondrá en manos de la nobleza una parte sustancial del Bierzo. Igualmente llamativos son el éxito de las pueblas, a la postre señorializadas, y la abundancia de señoríos eclesiásticos que se registra a partir de mediadas del siglo XI, algunos tan extensos como el coto de S. Andrés de Vega de Espinareda. que llegó a agrupar nada menos que 30 lugares. Citemos también el de S. Pedro de Montes y sus villas de Noceda y Rozana; Santiago de Peñalba, Compludo, Poibueno; Cacabelos; Carracedo; Noceda del Bierzo y Losada; Molinaseca; Santa Leocadia del Sil; Los Barrios de Salas; Espina de Tremor; S. Miguel de las Dueñas; S. Martín de Montes; Vilela; los santos Cosme y Damián de Nuctuoso; Tabladillo.

Pero, paralelamente, es de destacar la permanencia a lo largo del tiempo del concepto de Bierzo como unidad superior a todas las circunscripciones menores, cotos y señoríos, especialmente a través de su vinculación a la administración regia y la presencia de merinos reales, de los que dependen tanto las posesiones adscritas directamente al realengo corno las regalías que definen el marco jurisdiccional común del reino. Por ella, en pleno siglo XIV, el Bierzo mantiene su vigencia como distrito fiscal, formando en los posteriores la llamada provincia o partido de Ponferrada."

JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BADIOLA, El territorio berciano durante la Alta y Plena Edad Media, Tierras de León, nº 109-110, 1999-2000

Artículo conseguido por gentileza de Taliesin, en cuyo Blog fue colocado anteriormente.