lunes, abril 15, 2013

Ángel Pestaña Núñez


UN PECULIAR ANARQUISTA BERCIANO
Uno de los políticos más importantes que ha dado el Bierzo es este peculiar anarcosindicalista nacido en Santo Tomás de las Ollas en 1886, pueblo por aquel entonces ya unido a Ponferrada. Si bien es cierto que debemos admitir que su relación con el Bierzo fue realmente escasa, sirviendo sólo como su lugar nacimiento y de procedencia de su familia (procedente por parte paterna de Cubillos del Sil y por la materna del propio Santo Tomás), una zona que visitaría en muy contadas ocasiones. Y es que la aguda crisis que sufría la comarca en el momento de su nacimiento fundamentada en torno a la filoxera (enfermedad del viñedo que había arruinado el único recurso comercial de la zona) ocasiona un gran éxodo que afecta también a la familia de Pestaña que siendo un bebé se ve ya forzado a la emigración, algo que caracterizaría toda su biografía, el casi constante estado de tránsito y penurias. Ya siendo un niño se ve arrojado a una azarosa existencia, al parecer con un padre maltratador que mueve a su madre a la huida con su hermana pequeña, quedando Pestaña con el padre. Aun con ello nunca se mostraría vengativo con respecto al abandono de una madre que nunca llegaría a conocer ni de un padre que sólo le acompañaría hasta los 14 años en que fallece dejándole huérfano pero que recordaba como bienintencionado a pesar de la violencia que imponía en su educación.
Probablemente estas cuestiones ocasionarían su conocido carácter reservado, desapasionado, esforzado y a la vez humilde en nuestro personaje, el caballero de la Triste Figura como le llamarían sus amigos, también a causa de su aspecto físico, alto y desgarbado. Desde tierna edad se inició como autodidacta ante la imposibilidad de una educación reglada, comenzando a leer toda clase de géneros desde literatura hasta teatro, y se interesaría pronto por la política cuando llega a sus manos un escrito anarquista sobre un antiguo soldado de las guerras de Cuba que se quejaba de la injusticia social del momento. Acometía estas lecturas en el poco tiempo libre que le dejaría una vida de duros trabajos, ya iniciándose como un niño de escasos 11 años como pinche en una mina de Vizcaya, llena de peligros y ajena a cualquier seguridad. Poco después el quedarse huérfano le dejaría en una posición más penosa si cabe, llegando a vivir prácticamente como vagabundo durmiendo en vagones abandonados y practicando multitud de profesiones.
Recorre la geografía española como minero, albañil, embalador de almacén, fogonero, ayudante de guardarropía en un Teatro (lo que le permitía estar en relación con un ambiente que le interesaba), incluso en una suerte de compañía artística que abandona al no congeniar demasiado el ejercicio de la profesion circense con su forma de ser, o llega a cruzar la frontera en dos ocasiones para trabajar en Francia donde conoce a una aragonesa que sería luego su mujer. Finalmente emigra a Argel donde aprende el oficio de relojero que sería el que mejor le definiría. Pronto, con motivo del estallido de la  IGM y para evitar la recluta en Francia regresa a España, instalándose en Barcelona donde finalmente entraría de lleno en la carrera política. Anteriormente por haber participado en Huelgas ya había sufrido prisión -y la sufriría en diversas ocasiones posteriormente- y algunos maltratos, pero en  Cataluña inicia su militancia en el sindicalismo.
Sería su ideal político muy peculiar dentro del anarquismo, al concordar con su carácter sereno un espíritu moderado, contrario a la revolución, al pistolerismo y al comunismo, contrario también al separatismo catalanista de su región de acogida, en definitiva buscando un desarrollo de la sociedad que sustituyera al capitalismo de la época sin necesidad de destruirlo y a través de una formación de la sociedad y la educación del pueblo. Esto le llevaría a conflictivos debates con otros líderes radicales de la CNT en la que se integraría por largo tiempo, como Seguí, Durruti o García Oliver, y a ser víctima de iras internas y externas llegando a ser víctima de un atentado derechista en 1922 al que sobrevive milagrosamente. Sin embargo dado su origen y trato humilde, su capacidad para entender a los obreros le granjearían gran éxito entre la población obrera alcanzando por breve tiempo el puesto de Secretario General de la CNT hasta que las fuertes disensiones internas le hicieran firmar el llamado manifiesto de los 30 y crear en 1934 un nuevo partido al margen de una CNT invadida por el radicalismo revolucionario de la FAI, formación de breve vida como la que restaba a nuestro protagonista (el Partido Sindicalista).
Sus primeros pasos en política los daría como director del periódico cenetista Solidaridad Obrera en el que descubre indignado una trama del espionaje alemán que sobornaba al periódico para causar agitación en Barcelona y así afectar al comercio con su enemigo Francia durante la IGM. Igualmente en este contexto desenmascara al jefe de la Policía de la ciudad que participaba en una oscura red germanófila asociada a asesinatos de empresarios aliadófilos y que por ello es expulsado del cuerpo.
Pero acontecimientos más ilustrativos de su pensamiento político fueron las críticas que realizó en el viaje en 1920 como representante de la CNT a Moscú en el marco de las reuniones del segundo congreso de la IIIª Internacional, sus informes internos ocasionaron que la CNT decidiera no adherirse a la misma. Pronto observó con agudeza el opresivo ambiente totalitario, la manipulación propagandística y la ausencia de capacidad de discusión, aunque no dudo de discutir e incluso enfrentarse con gigantes como Trotsky o el propio Lenin a los que causo impresión, como a Trotsky que llegaría a tildar a nuestro berciano de “Pope laico”. Un tema al que especialmente se oponía era el de la teoría de la “Dictadura del Proletariado” que preconizaba Moscú, al igual que la subyugación del individuo a un divinizado Estado policial, considerándolo una tiranía mayor que contra la que luchaba. Su biógrafo Ángel María de Lera llega a resumir estos sucesos de esta manera:  “ la suya es la primera gran voz que dice la verdad sin vacilaciones ni equívocos sobre lo que estaba ocurriendo en el imperio de los zares heredado por Lenin”.
Llegaría a conocer grandes personajes del momento como Einstein durante un controvertido encuentro en 1923 en que el científico parece que se le declaró “revolucionario, en la ciencia”, aunque posteriormente más que detractarse, negó ese polémico aserto.
Igualmente en un ligero ejercicio de funambulismo tendría encuentros con José Antonio Primo de Rivera que no llegaron a puerto al considerarle Pestaña como una persona de posición acomodada incapaz de entender a los obreros y observar un alejamiento teórico insalvable. Habría otras tentativas falangistas de acercamiento por parte de Ruiz de Alda, Luys Santa Marina o Ramiro Ledesma Ramos, todas sin resultado.
Durante los últimos momentos de su vida hasta su muerte por enfermedad en 1937 se aleja de los debates y problemas internos para empeñarse en la lucha de la Guerra Civil al lado del resto de partidos frentepopulistas, llegando a visitar el frente y ser herido por una granada así como formar una pequeña milicia con los miembros de su partido que llega a tener 30.000 militantes antes de su fallecimiento, tras lo que se deshace. Sin embargo aunque llegaron a ofrecerle desde el gobierno un puesto como ministro, este se niega ante la condición que le imponen de suprimir su partido.
En conclusión podríamos decir que la agudeza de nuestro protagonista  así como sus orígenes humildes le hicieron un raro ejemplo de político de su tiempo, muy alejado de las demagogias propias del período que conduce a la Guerra Civil española, preocupado sincera y racionalmente por la mejora de las condiciones de vida y laborales de los trabajadores. Quedándonos para terminar de nuevo con las palabras de su biógrafo y antiguo militante, Ángel María de Lera: “Cabe, por lo menos, suponer que si en el último parlamento de la República hubiera habido medio centenar de diputados sindicalistas, en vez de dos solamente, dirigidos por la experiencia y la cordura de Pestaña, tal vez la Historia hubiese tomado otros derroteros”.