martes, diciembre 25, 2007

El Valle de Compludo


Es este otro valle berciano que descansa apaciblemente de las fatigas de su intensa Historia. Hoy por hoy se encuentra alejado y casi incomunicado del resto de la civilización pero en épocas pretéritas y oscuras fue llamado a acontecimientos clave de los que su recuerdo puede más intuirse que apreciarse físicamente. En el fondo de un profundo valle se encuentran los pueblos de Compludo (al que se accede desde el Camino de Santiago en un pronunciado descenso que parte de El Acebo, cerca del puerto de Foncebadón), Carracedo, Palacios y Espinoso (estos tres últimos con el apellido de Compludo), donde arroyo Miera y el rio Miruelo aportan frondosidad a un feraz paisaje.

Corría el siglo VII dC cuando un noble godo emparentado con la dinastía real visigoda eligió este apartado valle como lugar para llevar a cabo sus proyectos. Se trata de San Fructuoso, pariente del rey Sisenando e hijo del Duque de Galicia. Su padre poseía algunas propiedades en esta zona del Bierzo en confluencia con la Maragatería –en las cercanías del sagrado Monte Irago o Foncebadón – Cruz de Ferro-, en las cuales tras dedicarse al estudio religioso decide retirarse para formar el primer movimiento eremítico y lo que es más importante, monástico, de la península ibérica. Crearía así el primer monasterio español, dándole un nombre que perduraría hasta hoy: Compludo, en alusión a la Compleutica romana (hoy Alcalá de Henares) de donde procedían los santos mártires Justo y Pastor a los que dedicó el cenobio. Hay quien cree sin embargo que este nombre pudiera ser más antiguo y ser igualmente prerromano, al significar el nombre confluencia de corrientes o ríos, algo por otra parte acertado para con las características del lugar.

Crearía la primera Regla monástica que lleva su nombre y sería seguida en todo el Norte hispano hasta la llegada de la Regla de San Benito, una legislación que ponía órden a estas peculiares comunidades de monjes-pastores, que serían auténticas ciudadelas autónomas y autosuficientes, entre sus labores se encuentraba la metalurgia, de la que la famosa Herrería de Compludo (monumento nacional desde 1968) pueda ser testimonio. Lo cierto es que el sosegado paseo que nos conduce a la misma parece retrotraernos a tiempos antiguos, rodeados de arboleda y el discurrir de los arroyos llegamos a la fragua: se trata de un edificio en piedra que aprovecha hábilmente la energía hidráulica para poner en funcionamiento un martillo pilón o mazo mediante un molino y una fragua por medio de corrientes de aire, hoy por hoy es todavía posible contemplar como era esta primitiva labor industrial. Hay quien sin embargo duda del origen monástico o medieval de este artilugio en relación con la ausencia de referencias documentales a la importante labor siderúrgica de esta ferrería -y otras muchas que hubo en El Bierzo- hasta fechas tardías del s. XIX.

Realmente los restos que quedan de esta época son escasímos, a parte del propio nombre del lugar, tan sólo se encontraron un par de capiteles visigóticos en el paraje del Campo de la Iglesia, del pueblo de Compludo, posible solar de esta ancestral comunidad eclesiástica. Sería esta la primera piedra de la mítica y conocida Tebaida berciana, junto a otros monasterios como Rupiano (San Pedro de Montes) y Visonia (zona de Oencia), haría otras fundaciones en Galicia, donde muere en santidad el fundador en 665. La invasión musulmana daría sepultura a estas comunidades, que renacerían sin embargo en el s. X con San Genadio, siguiendo el recuerdo del mítico fundador, sin embargo el valle de Compludo permanecería abandonado -aunque pertenecería a la zona con el nombre de Coto de la Abadía-, trasladándose la actividad eremítica al cercano Valle del Oza que también había hollado Fructuoso: «El bienaventurado Fructuoso, insigne por sus méritos, después de haber edificado el monasterio de Compludo, hizo en este lugar un pequeño oratorio con la advocación de San Pedro. Tras él, San Valerio, igual en méritos, ensanchó la obra de la iglesia. Últimamente Genadio, presbítero, la restauró en la era de 933 (año 985)» (dice la estela fundacional de la fachada de San Pedro de Montes).

La Historia del lugar sin embargo es aún mas amplia, ya que observamos en Espinoso de Compludo una explotación aurifera romana: unas Médulas “en miniatura”, con su propia red de canales –llamados carriles por los naturales- y castros. Así mismo y gracias a lo apartado y despoblado del lugar nos es posible contemplar auténticas joyas de la arquitectura rural berciana si logramos llegar a ellos, como Carracedo de Compludo (mezcla de usos constructivos maragatos y bercianos), u otros ya más enfocados al turismo como Espinoso.