En aquel lejano y recientemente recordado septiembre de 1908, la pequeña localidad berciana celebraba dos acontecimientos que la encarrilaban a la modernidad. Ponferrada había logrado ya a lo largo del siglo XIX convertirse en cabeza regional del Bierzo, tras una larga lucha económica y administrativa con Villafranca del Bierzo, en la que su privilegiada situación céntrica y fértil, junto con su historia administrativa basada en el corregimiento renacentista y su burguesía moderna, jugaron decisivas bazas. La señorial Villafranca del poderoso Marquesado instituido por los Reyes Católicos llevaba siglos en decadencia y vivía de los vestigios de un Antiguo Régimen ya hace largo tiempo extinguido. La elección de Villafranca como capital de la
provincia del Bierzo de 1821 fue sólo un último coletazo que sin embargo llevaría a agónicas luchas entre ambas localidades que estancarían muchas de las aspiraciones bercianas tras la derogación de la provincia.
Asi pues la provinciana villa de Ponferrada contaba con escasos 3000 habitantes cuando le es concedido el título de Ciudad. Un título en aquellos tiempos más de valor honorífico que de otro tipo, aunque en este caso se justificaba realmente la necesidad de una capital que vertebrase la amplia y todavía atrasada región berciana (el ferrocarril había llegado sólo dos décadas atrás). Uno de los artífices sería el emprendedor alcalde Manuel Vega Lordén, uno de los prohombres bercianos de finales del siglo XIX y principios del XX, como Isidro Rueda o Pascual Fernández Baeza, visionarios empeñados en el desarrollo económico y administrativo de su comarca. El mismo alcalde explicaba su petición con estas palabras: “por entender que su prestigio, crecimiento y pujanza merecían el título”. El soberano Alfonso XIII desde su retiro veraniego en San Sebastián concedía el honor y ordenaba ratificarlo al gobierno el 4 de septiembre. Un honor que también tenía su relevancia al reconocer la primacía e importancia de la ahora ciudad de Ponferrada como un núcleo destacado, en un momento en que eran las capitales de provincia las que articulaban el desarrollo de sus respectivos territorios. Ilustra muy bien el grado y características del título otorgado el que otras importantes villas no gozaron ni necesitaron nunca estos reconocimientos, como la "villa" de Madrid. Este título venía en definitiva a paliar el déficit administrativo y nuclearizador del área tras ser despojada de su entidad provincial.
Pero debemos entender esta concesión en conexión con la más importante -dada su importancia religiosa- de la Coronación Canónica de la Virgen de la Encina reconocida como Patrona y Reina del Bierzo, concedida por el papa Pio X. La afirmación honorífica de Ponferrada como ciudad venía de la mano de este hecho. La fe en la Morenica era muy imporante en la zona y vertebraba la religiosidad de toda su comarca, la concesión papal venía a constatar y honrar estas creencias. El rector del Santuario y una Junta de Caballeros y Señoras se esforzaron para conseguir este reconocimiento vaticano.
El 8 de septiembre –día de la Virgen y hoy también de la comarca- El Bierzo entero se vestía de fiesta y celebraba enfervorizado en una luminosa mañana el reconocimiento eclesiástico de su Patrona, una multitud -importante para aquel contexto- de 20.000 personas abarrotaba el Campo de la Cruz durante la ceremonia. El descuento ofrecido por Ferrocarriles del Norte facilitaba la afluencia de gentes de toda la comarca. Se colocó en la Imagen una corona de oro obtenida mediante las donaciones populares. Unos emotivos festejos que ayudaban a sobrellevar la crisis de la filoxera -enfermedad de las vides-, la sangría migratoria y el general atraso en todos los órdenes que afectaba a un Bierzo eminetemente rural y de una agricultura todavía bastante arcaica.
Sin embargo aquellas fervorosas gentes no podían imaginar que esas celebraciones no eran más que quizás un ténue prolegómeno en la llegada de la modernidad a aquella atrasada “ciudad” y por ende a su comarca: sólo diez años después, en 1918, se fundaba la Minero Siderúrgica de Ponferrada a partir de la que se ejecutaría la dinamizadora y acelerada industrialización de Ponferrada hasta convertirla en la “ciudad del Dólar” de los años 20, con un nuevo auge en los 40-60 con la fundación de E.N.D.E.S.A (1947) en la ciudad ponferradina. Acontecimientos que transformarían definitivamente la Comarca en lo que hoy, o más bien, hasta hace poco conocíamos: Bierzo minero, productor eléctrico e industrial, de vertiginoso crecimiento. Curiosamente en este año de aniversarios y centenarios pasará a desaparecer la MSP oficialmente como empresa y a ser, ya definitivamente, Historia.