El Castillo de los Templarios
Pocos monumentos como el Castillo de los Templarios de Ponferrada pueden ilustrar de una forma tan prolongada en el tiempo y tan clara, el discurrir histórico de un territorio. Interpretando el testimonio dejado por sus propios muros y los documentos a el asociados podemos profundizar en los avatares históricos de esta región de El Bierzo; cual sello o estampa, a modo de compendio.
Recientes obras enmarcadas en la esperada rehabilitación y puesta en valor de este conjunto monumental han venido a confirmar las hipótesis respecto a su origen más remoto, hacia el 500 a.C. Ya el profesor Tomás Mañanes Pérez en los años 80 hablaba de un origen prerromano. Se trataría de un típico asentamiento castreño sobre una pequeña cresta o espigón al borde del rio Sil, amparando uno de sus vados. Conformarían sus defensas un pequeño talud de piedras colocadas a hueso y un foso que rodearía un perímetro de 1 ha.
Este asentamiento no volvería a darnos muestras históricas palpables hasta 1086 cuando el obispo Osmundo de Astorga mande edificar un puente sólido de hierro para permitir el acelerado flujo de peregrinos con rumbo a Santiago, que antes dependía a causa del mal tiempo de barcas para atravesar el vado. De aquí derivaría el nombre de la capital berciana.
En 1178 el rey Fernando II de León entrega este asentamiento a la Órden de los Caballeros del Temple. Al parecer bajo su égida se fortificó la colina sobre el Sil con una cerca de piedra y un foso que seguramente calcaba a la perfección el espacio ocupado por el castro prerromano. Los motivos de la creación de esta encomienda están en relación con la propia personalidad y situación del Bierzo. Se trataba de un territorio en disputa y fronterizo entre el Reino de León y Galicia, la nobleza gallega y leonesa ambicionaban este territorio y así mismo también había disputas eclesiásticas entre obispados gallegos y leoneses por el control de la zona. Esta tensión entre Galicia y León por la posesión de esta Tenencia culminará posteriormente en los conflictos del s. XIV y será zanjada en el XV con la adquisición por parte de la Corona de Castilla de Ponferrada como villa de realengo.
Así pues la solución del rey fue limar esta fuente de conflictos y asperezas dando poder a una fuerza neutral como eran los templarios. Sin embargo también surgirían algunos problemas ya que la órden era la favorita del Reino de Castilla y a su vez estaba enemistada con la Órden de San Juan que era patrocinada por el Reino de León (ataque de Alfonso VIII de Castilla en 1196). Otras plazas fuertes bercianas estarían en manos de los “freyres del Temple”, como el antiguo Castillo de Ulver (Cornatel) y más dudosamente los de Corullón y Sarracín (Vega de Valcarce).
La conocida caida en desgracia de los templarios en 1307 por la ambición del Rey de Francia y el Papa, originó el reparto de sus posesiones bercianas hacia 1308-1310 y la huida de los monjes guerreros a Portugal. La cercanía de Ponferrada a este reino quizás podría hacernos pensar en que sería una de las últimas plazas en ser entregadas y por la que pudieran pasar muchos de los templarios mas notables junto a sus tesoros, pero esto no son más que elucubraciones. La versión más prudente da una escasa importancia al enclave dentro del entramado templario español.
El infante de Galicia se hizo con los enclaves bercianos pese a la oposición de su hermano el infante que dominaba las Tierras de León. Posteriormente pasaron a manos del principal noble gallego como tenente, Alvar Núñez de Osorio (1324). En 1340 el rey dona Ponferrada y de El Bierzo a otro linaje gallego, Los Castro, Pedro Fernández de Castro, “Pertiguero Mayor de Santiago” se convierte en el noble mas importante de Galicia.
La falta de herederos entre los Castro provocó la intervención real que se hace con sus señoríos bercianos que son cedidos al infante castellano Fadrique durante 20 años. Tras un breve periodo bajo el control castellano del Duque de Benavente pasaría de nuevo a manos galaicas con el Conde de Lemos, Pedro Enríquez y luego a su hijo Fadrique, titulado Duque de Arjona, que forjará una turbia leyenda negra, se convertiría de nuevo en uno de los más importantes nobles de Galicia.
Sucedería un periodo de pleitos por herencias y testamentos entre diversas ramas de Los Castro, recayendo finalmente en la importante figura de Pedro Álvarez de Osorio los territorios bercianos (1432-1455), se convertiría en señor del Bierzo (junto a los señoríos de Cabrera, Ribera, Balboa...) y posteriormente en principal noble de Galicia (mediante políticas matrimoniales).
Tras ello sobrevendría un largo periodo de conflictos entre los condes de Lemos, Trastámara y Benavente, de los que sería testigo El Bierzo por su propia situación como medio y protagonista de pugnas de poder. Estos conflictos culminarían en el fenómeno de las revueltas de los Irmandiños (1464), conglomerado de fuerzas alzado contra la nobleza gallega vigente. Los Irmandiños arrasan el condado de Lemos llegando hasta Ponferrada que es asediada en 1467 donde se refugia la mayor parte de la nobleza gallega al amparo de los imponentes muros del castillo. En último momento a cambio de ciertas concesiones por parte del de Lemos, el conde de Trástamara (supuesto instigador de las revueltas) llega con ayuda y salva la situación.
De nuevo habría nuevos pleitos dinásticos y una guerra entre las casas de Lemos y Benavente, esta vez salvo la toma de Los Barrios de Salas, la guerra se desarrollaría encarnizadamente en Orense, cuya catedral objetivo de la resistencia del de Lemos fue arruinada mediante una mina subterránea, supuestamente se llegó a utilizar pólvora, en un nuevo repunte el castillo ponferradino fue cercado. Estos hechos bélicos obligarían a grandes obras de fortificación y a su vez reconstrucción del castillo, uno de los puntales estratégicos más sobresalientes en estos conflictos. Al parecer el área entorno a la Torre de Cabrera fue arrasada durante el asedio irmandiño; también se colocarían las famosas insignias de la Tau que son representación de la casa de Lemos, al contrario de lo que se piensa generalmente cuando se atribuyen a los templarios.
El nieto de Pedro Álvarez Osorio, Rodrigo, estaba dispuesto a recuperar todas las posesiones familiares y cuenta con el apoyo de todas las fortalezas del condado a excepción de Cornatel que es asediado, el conde de Benavente y el marqués de Astorga que organizan un gran ejército acantonado en los Barrios de Salas. Los Reyes Católicos se ven obligados a intervenir y envían al obispo de León a conciliar a los bandos, sin lograrlo. Finalmente la fortaleza de Ponferrada es entregada a la Corona para evitar conflictos (1483) y las posesiones de Rodrigo en esta parte del Cebrero son denegadas y es desterrado. La intención final de Fernando el Católico era hacerse mediante maniobras con la villa.
En 1485 don Rodrigo se presenta con sus huestes ante el castillo de Ponferrada, aunque dando por perdida la plaza, apresuradamente los reyes mandan desde Granada al Almirante de Castilla que recluta un importante ejército en el condado de Benavente y el principado de Asturias. El Almirante fallece y se encarga al alcalde de las torres de León seguir con la organización militar, agregándose el marques de Astorga y el Conde de Aliste; esta imponente masa armada se equipa también con moderno material de piezas de artillería, de estos preparativos conocemos mucho gracias a las cuentas pormenorizadas de los gastos “en el cerco de Ponferrada y en las otras cosas en el reino de Galicia durante el tiempo de la guerra el año de 1486”. El 19 de Abril de 1486 el ejército real cruza el puerto del Manzanal, y van ocupando Bembibre, Carracedo, Balboa y Villafranca. El cerco a Ponferrada se afianzó en mayo con la llegada de los cañones “trayendo el artillería por el puerto de Ravanal que rodo por la cuesta abaxo” , muriendo varios bueyes. Tras duros y sangrientos combates los reyes se avienen a firmar un acuerdo de paz en Agosto. El desorbitado gasto de estas operaciones ( 9 millones de maravedís) para la Corona sólo se entiende como aleccionador para la nobleza gallega y para asegurarse su sometimiento y los accesos a Galicia..
En 1488 Ponferrada pasa definitivamente a manos de los reyes, con Juan de Torres como alcalde y corregidor de Ponferrada y El Bierzo. Con todo el de Lemos no se había dado por vencido y acontecimientos como la muerte de Isabel de Castilla, la enfermedad de Juana y la estancia de Fernando el Católico en Nápoles le alentaron en 1507 a hacer valer de nuevo sus ambiciones, así ocupa fácilmente Ponferrada (con el apoyo activo de la propia población de la villa, levantada a su favor) y Villafranca. Sin embargo pronto se verá desprovisto de apoyos y ante la vuelta del rey a la península se aviene a razones y devuelve ambas villas a la Corona. Se crea el marquesado de Villafranca con jurisdicción sobre las fortalezas bercianas a excepción de Ponferrada que es plenamente realenga.
Finalmente con Felipe II, perdida ya toda importancia estratégica la alcaldía del recinto pasa a los marqueses villafranquinos, comenzando la ruina y abandono del mismo que acabaría convirtiéndose en cantera municipal durante el s XIX. También sería honrado como campo de cultivo, carbonera y en 1923 se pretendería convertirlo en campo de fútbol. Por fin en 1924 lo que quedaba, el esqueleto de este “dinosaurio”, fue declarado monumento nacional.
Apuntes inspirados principalmente en la obra “El Castillo de Ponferrada” de Fernando Cobos Guerra y José Javier de Castro, ed. Edilesa, 2002.