Las 7 Vírgenes del Bierzo
La devoción mariana ha tenido una gran fuerza en la región del Bierzo. Gran cantidad de ermitas, advocaciones y romerías así lo atestigüan. Su orígen es antiguo, heredero de época prerromana, el cristianismo no pudo más que sincretizar las creencias paganas de gran arraigo en el pueblo para usarlas en su favor.
Especialmente conocido es un conjunto mariano que por su repercusión como unificador y creador de conciencia territorial describimos aquí. Se trata de las "siete hermanas", 7 Vírgenes que la tradición hace ser hermanas y que aparecen desperdigadas por todo el Bierzo, situadas en Ermitas normalmente alejadas, muchas en acidentes geográficos como montañas relevantes con gran vista del entorno o en cruces de caminos, todo ello contiene un fuerte pasado precristiano.
Inicialmente la guía y patrona de todas las vírgenes del Bierzo era la Vírgen de la Guiana, que tiene su ermita situada en lo alto del pico del mismo nombre (1849 m.s.n.m) desde cuya atalaya se tiene visión de toda la región, en una situación parecida a la de su hermana de La Peña de Congosto. Es clara la vinculación de este monte con creencias telúricas perromanas en una situación similar a la del Teleno (Mars Tilenus), su papel de Guía o tutela que la etimología de su nombre parece pretender ( Guiana/ Aquiana= guiadora, o de las águilas) también lo demuestra. Su silueta piramidal solitaria es vista desde todo el Bierzo como indicador geográfico utilísmo, siendo natural que las gentes primitivas ya se fijaran en la relevancia de este pico y lo asociasen con un papel tutelar o lugar sagrado hogar de dioses como el Rayo o divinidades guerreras.
Al pie de la montaña se encuentra el llamado "Campo de las Danzas", cuyo nombre ya nos hace pensar en rituales antiguos. Se trata de una explanada en la cual se realizaban en el pasado bailes tradicionales relacionados con la romería que cada primavera subía las imágenes gemelas de la Vírgen (tallas del s. XVII) desde los pueblos de Montes de Valdueza y de Villanueva de Valdueza, éstas permanecían en la ermita de la Aquiana hasta la llegada del Otoño en que regresaban a sus respectivas parroquias. Al parecer había otros encuentros en Agosto en los que se juntaban en la explanada gentes de todo El Bierzo y Cabrera al son de los tamborileros cabreireses en una típica "xuntanza" regional. El sentido de estos rituales estaría relacionado con la fecundidad, durante 6 meses El Bierzo entero extendería una mirada de plegaria hacia la cumbre sagrada desde donde la Vírgen extendería su protección sobre hombres, ganados y cosechas.
Inicialmente la Vírgen de la Guiana ejercería el patronazgo sobre las otras siete y El Bierzo, pero en 1908 se coronaría a la Virgen de la Encina de Ponferrada como patrona. Actualmente la ermita de la Guiana, lugar por el que pasaron también eremitas del cercano complejo de la Tebaida berciana (un pasaje del Señor de Bembibre también señala esto), hoy por hoy a pesar de los esfuerzos de algunos se encuentra arruinada y a la merced del duro clima de esas altitudes.
La Vírgen de la Encina, recibe el nombre de La Morenica por su aspecto, lo cual nos remite a su orígen, vinculada según la tradición a los templarios que la hallarían en el interior del tronco de una encina. Estos hechos pueden tener algo de razonable por cuanto existen otras muchas "virgenes negras" relacionadas con los templarios que al parecer trajeron ciertos rituales de Oriente vinculados a Isis que se representaba a menudo con la piel morena y con su hijo Osiris.
La vírgen de las Angustias de Cacabelos tiene la peculiaridad de encontrarse en un cruce de caminos y al pié de la antigua Bergidum, al parecer una vía romana pasaba precísamente a su puerta desde donde otra vía ascendía al Castro y a las minas de Médulas.
Otras vírgenes como la de los Escallos o la de Fombasallá se encuentran en lugares aislados o en relación con arroyos y cursos de aguas.
Existe una leyenda al parecer bastante reciente pero contiene datos más antiguos que explica el orígen y significado de las 7 Vírgenes:
"Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años venían por el camino de Santiago de paso para Galicia en romería, siete hermanas, pero al llegar a los Montes de León venían tan cansadas y extenuadas que decidieron pararse al lado de una fuente para descansar y lavar los pies a la más pequeña, que los traía lastimados del largo camino.
Mientras la hermana mayor curaba a la pequeña, las otras decidieron asomarse para ver el camino que les esperaba. Quedaron atónitas ante aquella visión, en contraposición a los páramos y sequedales que habían dejado atrás. Tenían ante sí los paisajes más maravillosos que se pudieran soñar. Emocionadas se lanzaron al valle, corriendo y rodando, hasta que cuando se quisieron dar cuenta, estaban perdidas y ninguna veía a su compañera.
Cuando la hermana mayor, la Guiadora, se dio cuenta, era ya tarde. Llamó a las otras, pero al no obtener respuesta decidió ir en su busca.
Dejó a la pequeña a la orilla de la fuente y se fue camino adelante llamando a sus hermanas, hasta que desesperada al no encontrarlas decidió volver a recoger a la pequeña. Pero al llegar al sitio donde la había dejado, la pequeña ya no se encontraba allí.
Desesperada, fue a contar sus penas a un viejo pastor que por allí apacentaba a su rebaño. El buen hombre le dijo que lo más conveniente sería subirse a la montaña más alta del lugar, porque quizás desde allí podría ver a sus hermanas.
Subió hasta aquel lugar, pero tampoco encontró a sus hermanas. Entonces pidió con gran devoción a Dios que se las hiciese visibles, aunque fuese nada más por un momento. El Señor la escuchó y entonces vio a la más pequeña, en un lugar llamado Valdescallos, que se estaba peinando tranquilamente. La pobrecita se había ocultado de sus hermanas retirándose a aquel apacible lugar, pensando que se habían ido por no esperarla, ya que al estar coja no podía caminar con ellas.
La hermana mayor miró otra vez y se encontró a la segunda; estaba subida en una encina y también buscaba a sus hermanas. La tercera estaba algo más lejos, subida en lo alto de una peña desde donde se dominaba el valle. La cuarta había ido a parar al norte, al pie de un rio de poco caudal, el Valdeprado, afluente del Sil. La quinta estaba en un lugar llamado Fombasallá, y la sexta al pie del antiguo Bergidum, junto al río Cúa. Todas ellas vieron a la hermana mayor, pero entre ellas no se veían.
La Guiadora las llamó, pero ellas respondieron que era mejor descansar un tiempo en un lugar tan apacible y que querían quedarse allí hasta que Dios quisiera dar testimonio de fe a los hombres del lugar. Dios les concedió su deseo y las dejó en el lugar donde estaban, para quien las encontrara les hiciera una ermita y un altar.
La Virgen de la Peña fue encontrada en una peña muy alta por unos pastores. Estos, muy contentos, bajaron la imagen al pueblo más cercano (Congosto), donde fue muy bien acogida por todos, colocándola en un altar para ella sola en la Iglesia del pueblo; pero cuando a la mañana siguiente fueron a verla, ya no estaba, y poco después la volvieron a encontrar en el mismo lugar del hallazgo. Comprendieron que la Virgen prefería aquella peña a la Iglesia del pueblo y le hicieron allí una ermita.
Junto al arroyo de Valdeprado hallaron unos vaqueiros a la Virgen de las Nieves . Encontraron una imagen, pero no sabían a qué Virgen correspondía y cuando estaban pensando como llamarla, el campo, a pesar de ser agosto, se cubrió de nieve. En aquel lugar hicieron una ermita en su honor.
La Virgen de las Angustias fue hallada entre unos salgueros en Cacabelos, donde se le profesa una gran devoción.
A la Virgen de los Escallos la encontraron junto a la fuente del mismo nombre y allí le hicieron una ermita; pero siempre, antes de terminarla se caía. Los aldeanos pensaron que esto ocurría porque se veía desde La Guiana, y la Virgen no quería ser vista por ninguna de sus hermanas, y por eso el pueblo le dedicó una ermita más oculta. Se dice que esta virgen es humilde y no gusta de romerías.
La Virgen de la Guiana, la guiadora, fue encontrada por unos pastores en lo alto de la montaña que lleva su nombre, los pastores la bajaron para San Pedro de Montes y allí hicieron una ermita, que como ocurría con la de la Virgen de la Peña se caía nada mas construirla. Así que el abad del monasterio comprendió que la virgen quería que se le dedicase una ermita en el lugar del hallazgo.
La Virgen de la Encina, fue hallada por los caballeros del Temple cuando cortaban leña en un encinar. Le hicieron una ermita, pero al poco tiempo fue tanta la afluencia de devotos, que la ermita hubo de ser agrandada y convertida en santuario"