El Bierzo, origen y significado de un topónimo
Su devenir se remonta a la Edad del Hierro, en el nombre que se daba a uno de los enclaves castreños más importantes con los que se toparon los romanos en su conquista del Noroeste hispano (19 a.C.). Este no era otro que el castro cacabelense de Castro Ventosa, posteriormente romanizado y convertido en importante ciudad con derechos de municipio romano -su apelativo flavio lo demuestra-, que vehiculaba la frenética explotación minera del área. Esta urbe tomaría el nombre de Bergidum Flavium. Veamos el significado de este nombre.
Bergidum es una palabra de clara adscripción indoeuropea, concretamente perteneciente a la lengua céltica más arcaica. Deriva de dos raices, una es Berg derivada de *bheregh/*bherghos, con significado de “montaña” o elevación, de esta misma raíz procede también el sufijo *Briga (plaza fuerte elevada) abundante en todo el Noroeste prerromano (Brigantium, La Coruña). Esta derivación, “Berg”, todavía existe en el alemán moderno con el mismo significado de montaña.
La segunda parte del nombre es la terminación –idum/dum, la cual plantea más problemas. Por una parte encontramos paralelismos con la coetánea –dun, que identifica a los castros celtas irlandeses, o del galo –dunum (Lugdunum) con idéntico significado, tratándose por tanto de un apócope. Sin embargo también puede tratarse de un abundancial, es decir significaría algo asi como “lugar muy montañoso”.
De todo ello llegamos al significado del nombre que de forma ingenua vendría a decir “ciudad elevada y fortificada”, esto es, un castro. La sencillez del topónimo ha planteado si realmente era el nombre autóctono o indígena de la ciudad, al tratarse de una indicación geográfica, pero lo cierto fue que los romanos elegirían esta denominación y a través de ellos llegaría a la actualidad, derivando en la identificación de toda una región.
Las primeras referencias literarias con este nombre las encontramos en Floro en su descripción de las guerras cántabras (aunque hay algunas dudas de identificación) y en Ptolomeo en su Geografía donde escribe en griego “Bergidon Flavion” en la primera mitad del s. II d. C., en la segunda mitad aparece una estela en Tarraco (Tarragona) que habla de un “bergidoflaviense” que desempeño todos los cargos de su respublica (ciudad); también aparece en el Itinerario de Antonino en el s III como ciudad confluencia de varias Vías con dirección a Bracara (Braga, Portugal), Lucus Augusti (Lugo) y Asturica Augusta (Astorga).
Durante el Reino Suevo aparece la ciudad de Bergido como unas de las parroquias suevas (parroquial de 572-585), sin embargo no aparece en las listas posteriores visigodas. Varias monedas suevas y visigodas también aluden a una ceca monetaria que estaría situada en este enclave. Sin embargo es precisamente en época de Reino visigodo de Toledo cuando desaparece la adscripción del topónimo a una ciudad, y pasa directamente a denominar a un territorio o región, el conocido Territorium Bergidense, provincia gobernada por un conde bajo la supervisión del duque de Gallaecia o en fechas posteriores quizás de Asturia. Esta problemática aparece reflejada en los escritos referidos a San Valerio del Bierzo y su predecesor, San Fructuoso.
Durante el lapsus producido por la invasión musulmana desaparece extrañamente cualquier referencia con este nombre tanto en las crónicas cristianas como en las árabes, a pesar de haberse producido aquí la importante batalla de Burbia (791, derrota cristiana). Deberemos esperar al s. IX cuando encontremos varias donaciones regias y eclesiásticas del Reino de Asturias que mencionan “in territorio Berizo” (857) y “territorio Bergido” (873), o a sus habitantes como repobladores de Astorga acaudillados por su Conde Gatón “quando populus de Bergido cum illorum comite Gaton exierumt pro Astorica populare” (878), o el “in Vergidum” de un documento del 883.
En el Tumbo Viejo del Monasterio de Montes se encuentra abundante documentación que alude también a esa región, “confinio bergidense”, “territorio bergidense/vergidense”. Hay quien ve a este cenobio como el responsable del nuevo uso general de este nombre, basándose en las fuentes clásicas que aportan el halo de validez necesario para la mentalidad medieval, a pesar de que se había perdido la memoria de la existencia o situación concreta de la ciudad antigua que tenía ese nombre.
Pero sería en el Cartulario del Monasterio de San Salvador de Carracedo donde encontraríamos la primera alusión al moderno apelativo de los habitantes del Bierzo, “in terra Vergidensium” (990), ("en tierra de los bercianos").
En fechas posteriores encontramos abundantes referencias: “in Berizu” (994), “territorio Beridensi” (996), “in territorio bericio” (1054). Y ya directamente el empleo aislado del vocablo clásico que aludía a la ciudad romana para aludir ahora a este territorio, “in Bergido” (1043), “in Berizo” (1092) o en el año 1115 “Bergidum”, “Beriz” (1167).
Otras denominaciones serían: Berzido, Bercio o Berezo.
Por primera vez encontraríamos el nombre actual en 1243 “Bierzo” en los documentos del llamado “tumbo viejo” del Monasterio de San Pedro de Montes. Y aquí también comenzaría el baile de grafías entre la B y la V que continuaría hasta tiempos recientes –y con el que nosotros ironizamos en el título de este blog-, ya que encontramos “Vierzo” en un escrito de 1294. A pesar de todo esta forma toponímica, con origen al menos en el año 1243, sería la definitiva.
Tomás Mañanes Pérez, "El Bierzo y Castro Ventosa", separata de "León y su Historia" VIII, Centro de estudios e investigaciones "San Isidoro". León 2003.