lunes, septiembre 02, 2013

La herencia de los Valdés.


Del rentismo decimonónico a la obra social contemporánea.
El apellido de los Valdés es conocido en El Bierzo y especialmente en Ponferrada como sinónimo de riqueza y propiedades, y como testimonio de esto y su importancia histórica una de las calles principales de la ciudad recibe desde 1980 su nombre, sustituyendo al del general Sanjurjo.
Esta familia fundada por un dinámico y emprendedor asturiano de la pequeña hidalguía que emigrara a la provincia de León a fines del siglo XVIII llegaría a lo largo del siglo XIX a acumular un ingente patrimonio de la mano de sus dos figuras principales Antonio Valdés Barrio (junto también a su padre de igual nombre) y su hijo Daniel.
En el contexto de las desamortizaciones de Mendizábal que pusieron en venta las propiedades llamadas de “manos muertas” en poder de la Iglesia pasan a manos de una incipiente burguesía comercial en la que se encuadran los primeros Valdés, así como otros personajes que hemos tratado en otras ocasiones pertenecientes al sector liberal. El caso de los Valdés es distinto al de otros como los Fernández Baeza, Garza o Rueda, y se encauza a un rentismo radical con leves atisbos capitalistas, basado en el prestamismo, los foros feudatarios y arriendos, la usura e incluso la especulación del grano, sólo acudiendo a la política como forma de defender sus intereses de clase con pocas o ninguna preocupación social. Así tenemos como estas masas de propiedades eclesiásticas desamortizadas pasan a una situación probablemente similar a la anterior.
Antonio Valdés (1806-1881)pronto ve estas oportunidades y se va haciendo con gran cantidad de ferrerías, prados y demás fincas procedentes de monasterios como el de San Pedro de Montes, Carracedo o las propias madres concepcionistas de Ponferrada. Así mismo adquiere gran número de fincas rústicas de la ciudad lo que lo convertirá en al menos el tercer hombre más rico de Ponferrada, una de ellas sería donde se edificaría la conocida y bella casa de los Valdés, entre la calle Paraisín y Jardines. Viendo la oportunidad de la política, aprovechando sus estudios universitarios en Derecho, como forma de acrecentar su éxito se hace con diversos cargos como edil en el ayuntamiento, diputado en las Cortes e incluso llega a ser senador, aprovechando el contexto de diferentes obras públicas en su beneficio como las del ferrocarril y carretera a la Coruña. Sólo la eclosión revolucionaria de 1868 –la llamada “La Gloriosa”- que destrona a Isabel II y propone nuevas relaciones sociales y sufragios, ocasiona quebraduras en esta clase rentista aunque pasados los primeros momentos de desestabilización los Valdés que son incluso víctimas en esos momentos de algunos pleitos y protestas contra sus rentas logran reasentarse políticamente en el Senado y como magistrado del Tribunal Supremo .
Daniel Valdés (1847-1908) como heredero de su padre logra incluso acrecentar el patrimonio familiar (construyendo en la finca de San Blas, en la localidad de Campo, las famosas torres neogóticas y estanque que aun hoy se contemplan entre la floresta desde el puente sobre el Boeza que conduce a Molinaseca, cual cuento de hadas, lugar que como muchos otros del Bierzo merecería un aprovechamiento turístico y por contra es pasto de la vegetación). Tras haberse formado como abogado accede igualmente a diferentes cargos políticos siguiendo así mismo la trayectoria paterna hasta llegar a ser senador (logrando por birlibirloque su votación como representante de la provincia de Santiago de Cuba). Tuvo leves atisbos de compromiso social al lograr fondos y la instauración del Instituto de Segunda Enseñanza en el antiguo edificio agustino, el hoy Instituto Gil y Carrasco o el tibio intento de traer un tribunal de mayor importancia a la ciudad. Sin embargo en aciagos momentos en los que la aguda crisis de la filoxera (1888-1893) -y en los de la crisis colonial de 1898 que conduce al Desastre nacional- que afecta a la única labor industriosa berciana de aquellos tiempos, el viñedo, en que otros rentistas como Isidro Rueda acceden a una rebaja de los intereses de préstamos y foros dado el colapso, los Valdés son de los únicos que se niegan ante la expectativa de impago.

Sin embargo el fallecimiento de Daniel en 1908 –el año que se produce el nombramiento de Ponferrada como ciudad- conduce a una larga crisis con su herencia. Sin haber formalizado testamento y sin dejar hijos su matrimonio con María Encina, hija de importantes empresarios ferreros, sus propiedades se dividen entre su hermana Mexista y su viuda. A partir de las hijas de su hermana comienza un largo paso entre los hijos de estas que conllevan finalmente a la figura del famoso “Fustegueras”, Miguel Eugenio Fustegueras Álvarez-Valdés (1895-1961)personaje pintoresco que fallece igualmente soltero y sin herederos en 1961, con así mismo un testamento complicado que conduce a largos litigios y procesos casi hasta 1997. Primeramente hace un testamento en que lega toda esta herencia a los ciudadanos nacidos en el partido de Ponferrada, y luego encontrándose al parecer en condiciones de salud no buenas un segundo que reparte no entre sus familiares sino entre sirvientes, médicos y consejeros. El ayuntamiento de la ciudad (destacando la labor del alcalde franquista Juan Fernández Buelta) e inicialmente sus familiares luchan por invalidar el segundo y logran finalmente hacer legal el primero lo que conduce a la creación de una Fundación social en colaboración con el Ayuntamiento y la Iglesia para la construcción de una Residencia de Ancianos en Campo (como pretendía Fustegueras en su primer testamento) y otras labores sociales por todo el municipio y comarca. 

Así por fin como indica su biógrafo Miguel J. García las propiedades retornan a la ciudadanía. Los restos de los Valdés con este gran gesto final de su último heredero pasan justamente al panteón de personajes ilustres de la ciudad y a nombrar una de sus calles, en la cual recientemente tras un largo proceso de remodelación y litigios en torno a ciertos propietarios (haciendo honor a otros largos litigios que parecen ir adscritos al apellido cual maldición) ha sido colocada una estatua sedente e ignota de Miguel Fustegueras, uno de los mayores benefactores de la ciudad.