Severo Gómez Núñez
Probablemente el último -temporalmente- que pudieramos nombrar de los llamados “prohombres” del Bierzo (personajes del siglo XIX y principios del XX pioneros en el rotundo compromiso por el desarrollo moderno de su postrada tierra) es este insigne militar, escritor y político nacido en Cubillos del Sil el 6 de Noviembre de 1859.
A diferencia de otros de estos personajes, pertenece a la clase social rentista y no a la pequeña e incipiente burguesía ávida de espacio social. Procedente de la unión de dos adineradas casas de la zona de Cubillos y Toreno, los Gómez y los Núñez. Abocado por su origen al seminario o al estamento militar, elige esto último al igual que sus antepasados aunque con mejor suerte, logrando una fulminante carrera de oficial.
Pronto marcha a la Provincia de Cuba donde se casa con una criolla cubana -Dña. María Verdugo- y se integra en el Ejército español en la isla donde inmediatamente despunta por su mente abierta a los avances técnicos provenientes de Estados Unidos a donde llega a viajar a informarse y traer materiales con los cuales moderniza, o trata de ello, las defensas artilleras del puerto de la Habana, preveyendo ya la posibilidad de El Desastre.
Igualmente se matricula en la facultad de Ciencias de la Habana donde pronto se licencia y comienza a investigar profesionalmente sobre explosivos, artillería y química. Adquiere una moderna formación técnica de índole positivista, siguiendo la influencia estadounidense que ya inoculaba la Isla.
Enseguida comienza su afición de escritor, con artículos en la prensa española y americana, sobre todo con el Diario del Ejército. Labor que acentúa al estallar la insurrección mambí de 1895 y la posterior invasión estadounidense de 1898 que supondría el fin del dominio español sobre la isla caribeña e inumerables desasosiegos en la patria; serían en aquel entonces sus artículos un afinado e incalculable testimonio de primera línea sobre el conflicto. Ante el caso del Maine trata de demostrar con sus conocimientos técnicos lo accidental de la explosión y las maniobras de la prensa amarilla useña. Posteriormente llega a participar en acciones armadas durante sus labores de reconocimiento y emplazamiento de las defensas artilleras en los puertos de la Habana y Cárdenas. Por ello recibiría muchos méritos militares.
Tras la rendición regresa apesadumbrado a España, con una licencia por enfermedad. Se asienta con su mujer en Madrid donde recibe una cierta influencia de la corriente Regeneracionista, que inicialmente enfocaría específicamente de cara a la modernización del ejército, momento en que escribe su principal obra “La Guerra Hispanoamericana” -amplia y precisa crónica del conflicto- en la que incide en que el fracaso reside no en la derrota si no en la incapacidad para extraer consecuencias.
Es entonces cuando entraría en política como diputado conservador por Ponferrada, si bien se ve influenciado por el maurismo y el krausismo: movimientos que pretendían modernizar el sistema social aunque sin cambiarlo del todo (sus enemigos por el ala izquierda les acusaban de “ ir al pueblo pero sin estar en el pueblo”), con ciertas dosis de paternalismo se parte de la mejora en la educación como base para transformar la sociedad lenta y reflexivamente. Esto y a pesar de sus ideas monárquicas y católicas -aunque luego evolucionaría hacia cierto posibilismo republicano- le hace entrar en una tercera vía en contradicción con su clase de origen rentista y en enfrentamiento con los movimientos liberales, recibiendo críticas por ambos grupos, al igual que le pasó a muchos otros escritores de la generación del 98. Echa en cara a los inmovilistas la necesidad de modernizar la economía berciana a riesgo de ser ellos mismos los derrocados por el pujante capitalismo foráneo.
Se implica fielmente desde sus cargos por promover el desarrollo de su patria chica que estaba sufriendo las desgracias de la filoxera, una enfermedad del viñedo que, al ser una de las bases de la economía berciana, provoca una agónica crisis regional. Ante ello apuesta por varios proyectos como la construcción de unos altos hornos, el ferrocarril a Asturias, careteras a Orense, establecer un pequeño cuartel militar en Ponferrada -subsidiario del de Astorga-; y sobre todo hacia 1902 idea el establecimiento de un gran canal de regadío a partir de un pequeño embalse (la Fuente del Azufre), tarea esta que defendería toda su vida aunque ante la imposibilidad de acometerlo y sucesivos desengaños y aplazamientos acaba cayendo en cierto pesimismo al respecto, por más que continuara casi obsesivamente insistiendo.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera ante la vocación castrense del nuevo régimen entra de nuevo en política con esperanzas de lograr algunas de estas cosas, pero pronto ve con desgana como el establecimiento de la MSP redunda en un mero y agresivo desarrollo industrial que no agrícola y cultural del Bierzo, lo ejemplifica con su rechazo a los planes de construir un gran embalse en Bárcena. Por contra se implica en la construcción de una traída de aguas del Oza para Ponferrada, que finalmente consigue.
Su actitud siempre crítica y neutra le provoca envidias entre todas las esferas públicas, y tras la caída del régimen de Primo de Rivera se ve marginado políticamente, incomprendido, por lo que decide retirarse de la política para dedicarse a sus estudios históricos de la Comarca, profundizando en cuestiones precisas como las vías romanas o la incógnita de la situación de la antigua ciudad romana de Interamnium Flavium. Siempre fomentando la divulgación y lucha contra el analfabetismo.
Anciano y retirado en Madrid, ya no volvería al Bierzo tras evitar algunos viajes ante las Huelgas mineras, momento en que expresa temores sobre la República (“no se como terminará esto”). Al estallar la Guerra Civil se encuentra en el Madrid republicano, donde extrañamente y a diferencia de otros represaliados amigos suyos o compañeros de generación como Ramiro de Maeztu o Melquíades Álvarez o incluso de su propio hijo, es respetado, muriendo el 1 de marzo de 1939, poco antes del fin de la guerra.
El gran sueño del general al respecto del Canal del Bierzo, se vería finalmente cumplido mucho tiempo después, durante el franquismo.
Su figura es según su biógrafo Miguel José García González (IEB 1996) "el paradigma de intelectual liberal que no acierta a encontrarse con el liberalismo político". Tras la llegada de la Democracia incluso se propuso la retirada del nombre de la calle principal ponferradina que lo honra, parece ser que dada su condición de general se le confundía ciegamente con un militar franquista, finalmente fue respetado.
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